miércoles, 4 de marzo de 2009

DIARIO DE GUERRA. Entrada 020.

Se va otro grande. Hans Beck, el diseñador y padre de los clicks de Playmobil falleció el pasado día 30 de enero en su casa a orillas del lago de Constanza (fronterizo entre Suiza, Alemania y Austria). Con su muerte se va un genio en su oficio, pero también una persona que supo imprimir su sello personal a un juguete que ha pasado de ser mero objeto para convertirse en algo maravilloso, capaz de ilusionar no solo a pequeños, sino también a mayores. Esta entrada de guerra esta dedicado a ese hombre que me hizo jugar, imaginar, reír, suspirar y enamorarme para siempre de esos muñequitos de plástico de linda sonrisa y aire de inocencia.

Como si fuera el cuento de Disney, Hans aprendió el oficio de carpintero de adolescente, y sin tan siquiera pasar por la universidad su pericia le llevó a especializarse en automóviles y aviones de juguete, algo impensable en el mundo de apariencias, etiquetas y burocracia en el que vivimos. Si Hans hubiese nacido en la década de los 80 del siglo XX, por ejemplo, nunca le hubieran dejado pasar de ser un mero carpintero, pero hay mortales que nacen en el momento adecuado y Hans fue uno de ellos. Su genialidad y maestría con los juguetes, pero sobre todo su capacidad imaginativa, su constante trabajo y sus elevadas actitudes morales y éticas en este mundo industrial le llevaron a acaparar todos los elogios de sus superiores, empleados, compañeros y de cuantos le conocieron en vida.

El nacimiento de los Playmobil se gestó en la crisis de los año 70 del siglo XX, debido sobre todo a la subida del petróleo. Al encarecerse el oro negro, el precio del plástico supuso un grave lastre para las empresas de juguetes, que tuvieron que recortar gastos y dejar de lado tanto juguetes como nuevos proyectos. Para buscar una solución, la empresa alemana Geobra encargó a Hans que diera una solución, y esta fue la genial creación de los Playmobil, unos simples muñequitos de siete centímetros y medio exactos que por su versátibilidad, tamaño y simpleza estaban destinados a dejar su huella en el mundo. No fue un éxito fulgurante, pues Hans ya había inventado los Playmobil dos años antes, pero fue incapaz de colar su invento pues ninguna empresa le dio la oportunidad de fabricar los muñecos ya que no veían “futuro” en algo tan simple y pequeño. Esto, por desgracia, es una historia que se suele repetir invariablemente a lo largo de los siglos.

Pero finalmente Geobra decidió invertir en la creación de Hans y los Playmobil salieron a la luz, siendo en pocos años record de ventas no solo en Alemania sino en todos los países que se comercializaron. El tamaño del click fue definido para abaratar gastos en el plástico. Su forma simple y cara con sonrisa, ojos y ningún otro gesto o rasgo vino de que Hans, observando dibujar a los niños, representaban a las personas de dicha forma u otra parecida, y que esas facciones tan simples despertaban en los niños confianza y sensibilidad. Hans también quería que los Playmobil no fueran una moda, sino que se pudieran utilizar para muchos juegos diferentes, de ahí que se puedan combinar unos con otros, y si bien ahora son un poco más sofisticados, creó unos parámetros que no se debían rebasar. También quiso que los Playmobil fueran intemporales, no algo pasajero según los gustos de la época, por eso sus colecciones son simples e intemporales: oeste, edad media, piratas, policías, circo… Las nuevas colecciones respetan esa imposición del maestro: romanos, fantasía, egipcios, bárbaros… Hans no quiso que los Playmobil fueran un producto para niños de padres ricos o fueran a remolque de los caprichos del mundo del cine o de la literatura, por ejemplo, de ahí que nunca diera permiso para que se crearan Dinosaurios o modelos tipo Disney, por ejemplo; voluntad que no ha sido cumplida, pues ya Hans cayó enfermo cuando de manera injusta la colección de dinosaurios salió a la venta. Cabe preguntarse ahora que el maestro ha muerto cuanto tardaran en adulterar el mensaje que el genial Hans quiso dar con sus muñequitos.

Como sea, la cuestión es que Hans ha dejado un imperecedero mensaje a través de los simples pero adorables muñequitos, y que los niños de mi generación soñamos y pasamos cientos de horas mágicas y maravillosas jugando con ellos. He tenido la suerte de conocer a los Playmobil desde sus inicios, cuando en España los comercializó por vez primera con el nombre de Clicks, quizás por el sonido “click” que hacían cuando se colocaban las piezas, la empresa Famosa. Se hacían en Alcoil, Alicante, y por eso durante mucho tiempo circuló la leyenda de que los Playmobil fueron un invento español. La primera colección que salió en España fueron los Obreros, que se basaba en carpinteros, albañiles, yeseros, fontaneros, al estilo de la época, los años 70 del siglo XX, y muy simples. Enseguida le siguieron las colecciones del oeste (indios, vaqueros y el ejército de la Unión, la caballería), la Edad Media y los Piratas.

Mi primera caja de Clicks fueron los Obreros, una caja de cinco muñequitos con cascos, gorras, escaleras y herramientas varias. Que maravilla, que sorpresa, lo que parecía ser un juguete simple y anodino se convirtió en algo maravilloso. Los Reyes Magos del siguiente año me sorprendieron con la caja estrella para regalar por aquel entonces: las cajas grandes de vaqueros, indios y la caballería. Eran cajas donde entraban siete Clicks (a veces entraban Clacks o Cliquitos), caballos, armas y múltiples accesorios. Fueron mis preferidos desde entonces, aunque la Edad Media también era muy divertida, pero el problema es que cascos, armas, armaduras, copas, platos y todo lo que debía parecer metal estaba pintado con un producto plateado muy brillante, pero que en cuanto se tocaba un poco se desconchaba y se ponía negro. Siempre me gustaron más los del Oeste. Lo divertido es que podías quitar brazos, piernas y cabezas, y montar el Click a tu gusto.

Desde entonces, tanto en mi cumpleaños como en Reyes, pedía Clicks para que me regalaran. Dentro de las posibilidades económicas de mis padres, claro, que éramos muy humildes. El barco pirata vendría mucho más tarde, porque todavía deberían pasar un par de años para que Famosa comenzara a comercializar los productos más grandes: el fuerte de la caballería, el salón o la cárcel de sheriff, el poblado indio, el castillo y el rey de reyes, el más famoso y el que todos los años saca modelo nuevo: el barco pirata (el Playmobil favorito de Hans siempre fue el pirata). No obstante, en aquellos lejanos años tales complementos eran bastantes caros y no siempre estaban disponibles para todos los niños. Nunca llegué a tener de niño tales cosas, pero sí mis primos o amigos, y cuando ellos se cansaron me los regalaron y pude disfrutar de ellos.

Eran años de novedades, pues ya otras empresas se asombraron de que unos muñequitos en apariencia tan sosos y simples cosecharan tan increíble éxito. Los Clicks pronto tuvieron duros competidores: los Comansi, que era lo mismo pero más pequeñitos todavía, con partes más móviles. Tuvieron unos años de buenas ventas, pero se vendían en paquetes individuales (hoy se conoce como blister) y eran bastantes caros; nunca conectaron con el público infantil. También los Geyperman y los Madelman supusieron buenos adversarios, pero ya sus superiores tamaños y su porte más “realista” les hicieron ir por otros derroteros. El enemigo más duro y tenaz que tuvieron los Clicks fueron los Airganboys (estos sí eran españoles a pesar del nombre), un poco más grandes y con partes móviles, como piernas y manos. Pero al final también fueron derrotados, pues nunca pudieron tener ese aura de “inocencia” que de siempre han caracterizado a los Clicks.

Hoy, ya de mayor, continúo coleccionando con pasión los Clicks, ahora ya Playmobil. Los niños de antaño son los coleccionistas de ahora, y sus hijos disfrutan con el barco pirata, el fuerte, el circo romano, el aeropuerto, el castillo y muchas otras cosas más. Un poco más sofisticados, los Playmobil siguen siendo aquellos entrañables Clicks; lo que ha mejorado es su variedad de colecciones, pero sobre todo la amplia gama de accesorios. Hans ha dejado un legado que perdurará muchas generaciones, que ha unido a niños de todo el mundo en una misma pasión. Baste decir que desde que se inventaron, los Playmobil han vendido cientos de millones de ejemplares, siendo en muchos países los números unos en ventas durante más de diez años seguidos. Rara es la ciudad principal europea que no cuenta con una o dos convenciones de aficionados, y en España famosas son las de Madrid y Barcelona, que cuentan con miles de visitantes cada vez que se celebran. Son ya un icono, una parte de nuestra cultura, algo más que un juguete, quizás representen esa inocencia que perdemos en nuestro paso de la niñez a la adolescencia. Con todo mi respeto, a Hans Beck, desde mi puesto en la Nave Mundo. Fin de la entrada. LOBO.