miércoles, 17 de septiembre de 2008

DIARIO DE GUERRA. Entrada 012.

Sin memoria histórica. Lo nunca visto. Buscando en los archivos de la memoria principal de la Nave Mundo. Tripulante Lobo solicitando información. Acceso concedido. Comenzando transmisión +++

En 1550 ocurrió algo que nunca antes, en toda la Historia conocida, se había tan siquiera pensado. Ninguna potencia de entonces se lo planteó, ningún sabio, teólogo, monarca, juez, religioso o militar lo había pensado; tan solo lo hicieron los españoles. En 1550 Carlos I, en la cumbre de su poder, ordenó detener de inmediato todas las conquistas en Las Indias, pues ya una duda le carcomía a él y a la sociedad española: ¿Era lícito que España conquistara Las Indias? ¿Con qué derecho lo hacia? Imbuidos del sentimiento más noble de todos, el de hacer justicia, los españoles, con el Rey en cabeza, organizaron de inmediato una junta de sabios en Valladolid, donde se daría cuenta de ideas revolucionarias que serían el germen de los Derechos Humanos. Esta es la verdadera historia de cómo se inventaron los Derechos Humanos.

Ya desde los inicios del Descubrimiento y la Conquista, se hizo patente que existían muchos puntos de disconformidad sobre lo lícito de conquistar nuevos territorios o arrebatárselos a sus justos dueños. Y la cosa iba más allá, pues también se debatía sobre si era justo arrebatar a los indios su libertad o evangelizarles sin contar con su voluntad. Unos de los primeros en exponer estos problemas fueron fray Antón de Montesinos y el famoso dominico sevillano Bartolomé de las Casas. Desde los púlpitos se amonestaban a los señores y soldados que participaban en las conquistas y cometían abusos o torturas sobre los indios, pues la Iglesia dejaba bien claro que los indios eran hermanos en Cristo y si tornaban cristianos o vasallos de España, entonces se convertían automáticamente en súbditos y no se les podía privar de libertad, tierras o derechos. Pero el derecho de conquista se basaba en tres fuentes muy precisas, todas ellas bastantes ambiguas en su aplicación: el derecho romano, inalterable desde la época de los Cesares, el derecho medieval y el derecho pontificio. Era necesario, pues, actualizar esos derechos y debatir los nuevos problemas que se derivaban del descubrimiento de tierras y hombres nuevos.

Desde un primer instante se prohibió torturar, asesinar o esclavizar a los indios, mucho menos quitarles sus tierras y posesiones, excepto si eran caníbales y claramente hostiles a los españoles. Pero una cosa era lo dicho y otra muy diferente la práctica, pues dichas leyes tardaban mucho en aplicarse y en llegar a todos los territorios, siendo entonces que muchos conquistadores y gobernadores hicieron un uso desmesurado de su poder y crueldad en el trato con los indígenas. Para terminar con estos abusos, la Iglesia y Carlos I decidieron crear las Leyes Nuevas de Barcelona, en 1542, pero dado que su aplicación era difícil y las denuncias de abusos continuaban produciéndose, se decidió dar el gran paso: someter el asunto a una asamblea de sabios. El 3 de julio de 1549, el Consejo de Indias ordena detener la Conquista. En Valladolid se da inicio, en 1550, en agosto, a la gran asamblea compuesta por teólogos, juristas y frailes, los mejores espíritus y mentes de toda España, por ende del mundo entero, acudidos de todas partes del Imperio.

Esto no pudo darse en otras condiciones que en las que se movía España por entonces, y solo las mentes humanistas y abiertas de los españoles de dicho siglo pudieron ser capaces de llevar adelante tal increíble proyecto. Estamos hablando de una época de intolerancia religiosa, de fanatismo y crueldad, de egoísmo y miseria tremenda, pero España era diferente, pues desde hacia ocho siglos su territorio fue un crisol de culturas y razas, y si bien el español era tan fanático como el que más para ciertas cosas, en cambio para otras se demostró mucho más tolerante, lógico y mesurado que el resto del mundo. Lo que se sacó en claro en la asamblea de Valladolid fue que España tenía, al igual que el resto de naciones mundiales, derecho a surcar los océanos, a conquistar nuevas tierras siempre que no estuvieran ocupadas, a propagar el Evangelio, a acudir en socorro de otras naciones, a ayudar a sus aliados o a combatir la idolatría. Tampoco se podía retirar de los territorios que sí fueron conquistados por el uso de las armas con anterioridad a la asamblea, pues ya sus gentes eran súbditos de España y dependían de esta para organizar gobiernos o legislar y administrar Leyes, no era moralmente aceptable conquistarles y después abandonarles en el desamparo. Por Ley, se acordó que España se veía obligada a socorrer y cuidar a sus nuevos súbditos, y a cuidar, alimentar y educar a los indios, a construir ciudades, colegios, hospitales, iglesias, caminos, puertos, edificios y propagar la Fe y la cultura española por Las Indias, pues no eran meras colonias, sino territorio soberano español.

Siendo además los indios cristianos y súbditos de España, no se les podía torturar, tornar esclavos ni arrebatarles sus tierras o posesiones. Tampoco se les podía obligar a abandonar sus lenguas originales ni costumbres ancestrales, excepto aquellas que tuvieran que ver con sacrificios humanos, canibalismo o sodomía. Tampoco se podían imponer el cristianismo por la fuerza, sino que debía ser el indio quien acudiera de buena voluntad a Cristo. La esclavitud y la persecución religiosa fueron abolidas en Las Indias. Ya no se podían conquistar más tierras con el uso de la fuerza, sino de manera pacifica y mediante pactos. Fue así como España se anexionó lo que restaba del continente sudamericano y Filipinas, por ejemplo, sin guerrear.

Todos los indios, hombres y mujeres, eran iguales ante la Ley y los ojos de Dios, siendo deber de España proteger y amparar a sus súbditos sin importar raza, religión o sexo. Revolucionarias leyes, inauditos pensamientos, increíbles dictámenes que surgieron de la asamblea de Valladolid. Cierto es que tuvo que pasar tiempo para que las brutalidades, abusos y crueldades con los indios se terminaran, y que para ciertas culturas llegó demasiado tarde, pero precisamente por esos trágicos errores que cometieron los españoles, España pudo darse cuenta de que lo que hacia no era lo correcto y debía actuar de otra manera. A tal manera, que ya en el siglo XVII en toda Nueva España era casi imposible encontrar un esclavo, y dado que los indios, en territorio español, no podían ser reducidos a la esclavitud, se tuvo que importar negros de África que suministraban holandeses, ingleses y portugueses. Aún así, los esclavos negros nunca podían superar un número determinado y poseían derechos, tales como que no podían ser torturados ni azotados, podían comprar su libertad, casar con mujeres y hombres libres, sus hijos no eran esclavos, podían poseer bienes y tierras, e incluso demandar a sus amos si estos eran crueles en el trato. Es más, los españoles no tenían pudor alguno en casarse con indios, negros o lo que fuera, y los hijos mestizos podían perfectamente heredar sin ningún tipo de problemas o tener los mismos derechos que cualquier español, cosa que no ocurría en ningún otro país o colonia.

Así pues, no fueron Estados Unidos o la ONU los inventores o precursores de los Derechos Humanos, sino que fueron la España del siglo XVI representada por Carlos I y la Iglesia Católica, mal que le pese a muchos. Del tratado de Valladolid saldría más adelante los Derechos Universales, los Derechos de la infancia y la Igualdad de la mujer, así como la abolición de la esclavitud. Pudiera parecer que tan increíbles, humanitarias y osadas leyes hicieron de España una nación más “simpática” ante las demás potencias, pero no fue así, y la abolición de la esclavitud, el mestizaje o el trato humanitario a los esclavos fue otro motivo más que llevaron a Inglaterra, Holanda, Portugal o Francia a la guerra contra España, acusando además a los españoles de fanáticos, depravados o decadentes por mezclarse con sus súbditos. La táctica de las demás potencias en sus conquistas se basaban en atacar, exterminar a los indígenas, esclavizar a los supervivientes, expoliar los recursos naturales y crear una elite de hombres blancos que nunca se mezclarían con los conquistados, pues eran seres inferiores carentes de alma o derecho jurídico alguno.

Lo más importante es que a partir de la asamblea de Valladolid amanecieron los Derechos Humanos. Fue la primera vez que reyes, teólogos, sabios y religiosos se plantearon la cuestión de los derechos fundamentales de los hombres por el simple hecho de ser hombres, derechos anteriores a cualquier ley positiva. Nunca antes un pueblo se había preguntado con tal profundidad dónde acaban los derechos propios, los derechos del vencedor, y dónde empiezan los derechos ajenos, los del vencido. Nunca el poder se había sometido de tal manera a la filosofía moral. Si la gesta de la Conquista nos hizo grandes, porque nunca se había hecho nada igual, el debate sobre su justicia nos agigantó, porque es un rasgo elevadísimo de civilización.

+++Fin de la transmisión. Cerrando archivo. Conclusión: ¿Cuántos españoles conocen esta historia? Ciegos, sordos y mudos. Cuanta miseria en la España actual, ahogada por patéticas leyes y patéticos políticos, por un populacho alcoholizado, drogado y viviendo la vida del borrego de panza llena. La Nave Mundo avanza, ya llega… Fin de la entrada. LOBO.